sábado, 21 de febrero de 2009

ASESINATO EN LA CALLE 14

Por Leomas

Eran las 12.00 de las noche cuando empezó la balacera. Un grupo de hombres armados con pasamontañas y ropa ligera dirigió la matanza. Los transeuntes nocturnos quedaron asustados y la sangre sobre el cemento dejo un mapa de venganza.

Cayeron 7 mujeres y 5 jóvenes en la cancha. El fotógrafo reconoció a tres de los cuerpos baleados. La prensa distribuyó la noticia escasamente sobre la mezquina danza. Los políticos se reunieron para asumir el control pero a distancia. El Alcalde bajó la cabeza, mientras el juez interrogaba y el teniente del sitio gritó con hipocresía, en forma desesparada.

Las autoridades concluyeron que eran fuerzas extrañas. La gente del pueblo decía: "Todos son sicarios de esta misma comarca". Algunos casi en silencio y con disimulo gritaban: "A esos los llaman mano negra y ninguno tiene fragancia".

Las funerarias abrieron su propiedad y los gastos sin piedad tocaron todos los bolsillos. La Primera Autoridad aumentó con farsa sus recibos. Gente de varios lugares llegaron al mismo entierro. Todos en caravana, desfilaron como en destierro. Rosas de varios colores y frescos claveles sin gracia, hicieron gala presente con traumas, congojas y trampas.

La multitud consternada oraba con rezos y alabanzas. El cura del pueblo gemía demostrando templanza. Los mas listos sabían quienes habían disparado. Para no meteresen en líos se fueron a sus arados.

Los estudiantes miraban los cuerpos y estaban muy destrozados. La gente de la población denunciaba: "conocíamos sus andanzas". Eran homosexuales y ellas mujeres de vida y elegancia.

En las noches los culpables repitieron sus crueles y bajas hazañas. En las paredes del centro, los valientes muchachos a las escondidas, escribian los nombres del grupo que asesinaba cada partida. Los asesinos se reían llevando la noticia a los autores y el vino de los señores, se regaba con panes finos.

Los pobladores con verguenza, sintieron temor en las esquinas. Los prostíbulos cerraron por prevención sus cantinas. Los celadores en fila se uniformaron como gorilas y los periodistas como de costumbre guardaron con egoísmo la información.

Cayeron varios muchachos bajo las balas de plomo. Los nombres de varias damas, hoy están en la lista de los tomos. Los libros se fueron llenando, mientras la impunidad reinaba en la patria sin seriedad.

Una noche los perversos, dejaron un gran vacio y sobre un pavimento cayeron 35 muertos y 100 heridos. Todos hacian vida nocturna y algunos desentendidos, que pasaban por el lugar algo desprevenidos.

El teléfono del Juez sonó muy en la madrugada. La voz le dijo con fina pausa: "Su hija ha sido asesinada". Los altavoces del cuartel llamaban al teniente con buena panza, para darle la noticia que su hijo de 18 años, falleció en la matanza.

El Alcalde no se escapó de la misma llamada. Su esposa le comunicó: "nuestra hija fue masacrada". Los asesinos llegaron alegres antes del canto del gallo, para pasar su parte de victoria a sus jefes en finos caballos.

Esta vez las emociones no lograron su fin. El grupo enloquecido empezó un nuevo pazquín. Como culebras heridas se hicieron cruces de dolor. Uno desde otro salón empezó una nueva y cruel balacera.

Cayeron los encapuchados muertos como cucarachas de plaza. Sus sesos quedaron esparcidos por metros y a la distancia. Entre los mismos asesinos se mataron a quema ropa y las pistolas brillaban como regalos con coca.

El pueblo quedó sin alcalde y nadie reemplazó al militar. El juzgado cerró sus puertas y el pueblo no volvió a ver al cura. La "Mano Negra" se ha ido dijo la radio del lugar. La gente enfurecida se convirtió en una turba sin par.

El cuartel fue destruido y se quemó La Alcaldía. Las paredes del juzgado hoy recuerdan algunas algarabías. Aumentaron los entierros en el pueblo de los desalmados. Los mismos muertos que eran los reos, los enterraron como desnaturalizados en un solar de don nadie.

Una tumba comunal para el grupo de encapuchados y hasta los libros de cuentas llenó la tierra y el sembrado. Todos fueron culpables incluyendo a toda la prensa, porque permitió la masacre sin denunciar nunca a los culpables.

Hoy la costumbre pasó a otras manos y a otras mentes perversas, pero como nada se oculta a esos les llegará su cuenta. Y como se dice en nochebuena: "Quien desea vivir feliz debe respetar su propia vida y la misma vida ajena. Quien busca la muerte, su vida y la de los suyos, dependen de la revuelta.

Amar y dejar vivir no se aprende en la madrugada. Quien asesina a su gente, como a los puercos, les llega la retirada.

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