sábado, 14 de febrero de 2009

NO ES LA CARNE DE CERDO


No es fácil para quienes escriben enviar mensajes a esos o esas que no han visto en la vida pero tienen la seguridad que existe en un punto de la tierra y/o dentro del infinito de la galaxia cuando se atreven a redactarla. Todos nos mostramos al mundo de los mortales terrícolas como individuo de servicio. Como lo suponemos no somos nadie para saber quien es verdadero y quien no es real dentro del planeta de la sencillez. Ninguno de nosotros ha visto la luz sobre la sombra sin embargo todos queremos alumbrar aún desconociendo la profundidad de la oscuridad. Creemos que existe el universo sin haber coexistido fuera. Nos imaginamos volar al infinito sin amigos y confiados en verdades que a veces se hacen amargas al comprobar la mentira que ellas encierran. Los hombres (varones y mujeres), estamos solos en el mundo y no hemos materializado la justicia. No tenemos con quien compartir la senda del amor.

Todos estamos equivocados. Unos echan mas leña en el fuego del desorden que otros. Sabemos que no somos la excepción. Nunca afirmamos tener la verdad total por miedo a conocerla. Nuestro corazón no ha dado muestras de pertenencia. El rostro de la fraternidad y solidaridad se evaporó antes de llegar su sombra a la tierra. Lo que hay es complejo de superioridad en el manejo. Por eso quienes predican y no aplican están aún más lejos y viven con más profundidad la caverna. Todos estamos peores que esos hipócritas del cuento..

Al pasar por el pedazo de cielo de nuestro nacimiento y recorrido, hemos comido carne de cerdo. El ‘puerco’ tiene mas valor dentro de la alimentación y presta mejor servicio a la razón y se hace compañía antes de ir al matadero. El chancho resultó de mejor inteligencia que los amigos. Fueron miles de veces durante nuestra vida que nuestro paladar saboreo de diferentes maneras la comida marranera. En algunos lugares del globo, la carne de cerdo llena los estómagos de fuerza y energía sin alterar el metabolismo evolutivo de la razón. Sabemos que son muchos los terrícolas que se prohíben comer la delicia. Quienes se creen médicos por ir a las universidades, afirman que no es la carne de cerdo la que enferma la salud sino aquellos alimentos que ingerimos cada día y que fueron ya preparados días atrás de consumirlos.

Los cerdos no pudieron lesionar nuestro cuerpo y uno que otro llenó de fantasías nuestra sentida imaginación. Algunos creyeron que recibían inteligencia y sabiduría del marrano y murieron sin descubrir su origen. Los mismos cerditos quitaron el hambre a los humanos que iban a la guerra. El cerdo no es la comida preferida de ciertos paladares. Esos en escasez se contradicen y afirman que no les afecta. Hay otras carnes entre las preferidas como la de: ternera, conejo, camuro, cabra, y gallina criolla sin mencionar hoy aquellas que nos ofrecen la variedad de peces y aves. La primera vez que entendemos su sabor creemos que antes no habíamos disfrutado comida alguna. Somos tan variables que el plato del día nos hace cambiar de parecer. No es la carne el mejor alimento pero esa retira el hambre sea de cualquier animal.

Los verdaderos vegetarianos pasan primero saboreando de carne en carne. Los otros que se han hecho llamar científicos dicen que el hombre puede comer de todo sin temor a enfermarse. Al parecer esos sostienen el mismo cuento que ya se había escrito desde antes de invadir la tierra: “No es lo que entra por la boca lo que contamina sino lo que sale fuera de ella”.

Algunos mortales terrícolas creen que pueden jugar al sexo con varones y mujeres. De hecho hemos visto a varios que aunque se casan con una mujer siempre buscan la compañía de un varón para sus fantasías sexuales. Otros usan a los que hemos llamado animales para sus desviadas fantasías. Han nombrado como defensores a los psicólogos que también se han cosechado para pervertir las comidas y la sana alimentación. Cuando hablamos de la carne de cerdo no sólo nos referimos a la comida que ingerimos. No se puede afirmar que tenemos preferencia por la carne de cerdo y/o al mismo tiempo decir que en la misma frecuencia por la de res.

Si medimos la frecuencia de nuestra preferencia, los otros ‘sabios’ encontrarán que tenemos preferencia por la carne criolla. En los países en donde no abundan las gallinas criollas los hombres consumen carne de murciélago. Para evitar el desprecio por la misma sostienen que allí son herbívoros. Todas las gallinas, gallos y pollos modernos de las grandes ciudades, son en serie y de incubadora. No es sencillo conseguir una gallina criolla en las capitales. En México se dificulta encontrar en la ciudad capital una de esas. En la “Franja de Gaza” vimos como “un gallo kikiriquí” canto en medio de la masacre que ocasionó Israel sobre los mortales humanos de Palestina. No sabemos que carne consumen los gobernantes de aquellas naciones que gustan de guerra y muerte. Los periodistas deberían preguntar a aquellos que disparan sus rifles, morteros y proyectiles: ¿Qué consumen sus estómagos que los hace inmunes para asesinar la vida y destruir la naturaleza sin medir las consecuencias?.


La calumnia no está en la boca de los cerdos. El calumniador no hace parte de la familia de los puercos. La decencia de los cerdos nos ha transmitido honradez y pulcritud hasta en el brillo de su carne. Deberíamos elegir de presidente en el futuro a un cerdo mayor. El cerdo no estaría en condiciones de traficar con lo ilícito y la razón se fortalecería al lado de la verdad. Los nutricionistas recomiendan la carne de cerdo pero que no sea de lechoncito y/o lechoncita. Hay un grupo de estos mismos que afirman alejarnos de los cerditos.

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